Elizabethtown

Elizabethtown. Creo recordar que ni siquiera fue un gran éxito de taquilla. Y, eso que es una película ideal para el otoño. Cuando hace demasiado frio para llevar abrigo pero las mejillas suben un par de tonos cuando sopla el viento y sólo se lleva americana o chaqueta. Mientras la acción sucede, algunas verdades fundamentales se cuentan en la película pero, hay que abrir los ojos y los oídos. Como casi siempre, las cosas más importantes parecen intrascedentes al espectador.


Drew y Claire son los personajes principales de esta película que ni es un drama ni no lo es. Ni es una comedia ni no lo es. Y, desde luego, no es un musical aunque la trama sea tan amarga o encantadora como las canciones que suenan y, que ocupan un papel muy importante en el devenir de la película. Drew es un perdedor y, Claire es una chica.


Claire es la chica del gorro rojo, esa que hace fotografías que guarda en el carrete de su mente y, Drew, es alguien que no sabe en qué momento dejó de fingir ganar para dedicarse a perder. De alguna forma, la existencia de ambos es profundamente insignificante. Drew y Claire son personas que, si faltaran mañana, probablemente el mundo ni siquiera notaría su liviandad. Pero, al mismo tiempo, si Drew y Claire faltaran, el mundo se pararía un instante.

Y, les diría cosas al oído. Les diría que son encantadores.

Al fin y al cabo, Claire es la chica que dice que “los hombres lo ven todo dentro de un caja y, las mujeres en una habitación redonda“. Y, Drew, es un especialista en últimas miradas. Si Hollywood es uno de los lugares con más desesperación del mundo y, la capital del pecado ; también es uno de nuestros viejos templos. Un lugar donde se revelan mágicas sentencias. Que uno pierde si no agudiza los sentidos.


Porque la verdad es que hay cosas que uno sólo puede ver si lleva un gorro rojo. Si ha olido cómo huele la America profunda, si ha hecho un par de kilómetros por sus carreteras mientras el viento le daba en la cara y se ha jugado algo más que unos billetes en Las Vegas. Al rojo.


Hay cosas que sólo se pueden entender si se ha vivido.

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