5 comidas (callejeras) que merecen coger un avión

Viajar es uno de los grandes placeres de la vida, se mire por donde se mire; placer que se multiplica varias veces si le sumamos seguidamente el “para comer” (tanto como si añadimos “para comprar”, pero ese es otro asunto que daría para otro post). 
Coger un avión para probar un plato no es algo descabellado ahora que las aerolíneas low cost ofrecen billetes más baratos que la comilona. Pero no hablemos de grandes restaurantes, sino de otros pequeños placeres foodies que también merecen subirse a un avión y recorrer unas cuantas millas: un helado, un perrito, un sándwich… 

Perrito caliente
Milán: el helado de Shockolat
Los helados en Italia son otro rollo y los de esta heladería cerca de Cadorna (en la que hay que hacer cola hasta en invierno) son capaces de hacerte olvidar cualquier problema mundanal. Como su propio nombre indica, la especialidad es el chocolate (negro, blanco, picante, con cereza, con naranja…) y es mi perdición cada vez que viajo a la ciudad. De hecho, organizo mis días allí para poder pasar varias veces y, con suerte, poder tomar un par de helados por escapada. 
Via Boccaccio, 9 (Milán).
Milán 2: el panzerotti de Luini 
Otra comida que no se puede dejar pasar en cada visita a la ciudad italiana es el bollito crujiente en este mítico horno de casi 130 años junto al Duomo. Los italianos que trabajan por la zona suelen comerlos sentados por los bordillos en cuanto empieza el buen tiempo. Rellenos de mozzarella, jamón o salami y después fritos (mmm), ¡imperdibles! Además, como pillan en la misma ruta de vuelo que el helado de chocolate, nos sirve como bonus track o 2 por el precio de uno. 
Via Santa Radegonda, 16 (Milán). 
Helado Shockolat
París: el croissant de mantequilla
El croissant o es de mantequilla o no es. Y esto es algo que cuesta entender en muchas pastelerías españolas (aunque cada vez hay más excepciones). En cuanto al bollito perfecto en la Ciudad de la Luz todavía no lo he encontrado (¿ideas, alguien?) pero seguiré con la investigación sobre el terreno tan pronto como pueda. Mientras, aquí me he topado con una propuesta de ranking que me sirve como lista para empezar a recorrer. 
Toronto: sándwich en MBco 
El capricho a mediodía cuando estudiaba inglés en Toronto era un sándwich en MBco. En verano -a Toronto solo se va en verano, que es cuando la ciudad florece y busca excusas para celebrar- es imprescindible tomarlo en el parque Village of Yorkville, un remanso de paz en pleno corazón financiero. La cadena ahora resulta que es una franquicia con sedes hasta en Oriente Medio, pero mejor, así me sirve el viaje a Canadá o a Dubai.
100, Bloor Street W (Toronto).

Croissant de mantequilla
Nueva York: perrito de langosta en Ed’s
El perrito caliente en cualquier puesto callejero ya podría servir de excusa para el viaje, pero ya probando este, no se puede hacer otra cosa que preparar la maleta. Tiene un poco de truco, porque Ed’s es de terraza o barra, no del todo callejero; pero como el concepto del hot dog sí, me sirve para colarlo en la lista. Además, ¡lobster roll!, ¿hacen falta más excusas? 
222 Lafayette Street (Nueva York). 
Bonus track: el cragel
Tras la invasión de los cronuts (croissant + donut) el último invento hipster en Williamsburg ha sido el cragel (croissant + bagel). Si el bagel está riquísimo y el croissant otro tanto de lo mismo, solo se me ocurre añadir este invento a la lista de motivos para volver a NY.
Cragel
Imágenes: Bon Appétit, Pinterest, La cerise sur le gâteaux.
¿Cuáles son las mejores comidas que habéis probado? ¿A qué ciudad estáis deseando viajar solo para repetir un plato? 
  

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