Y entonces descubrí el Pilates

Sí, en el 2014. Que vosotros diréis que de zapatos entenderé algo, pero de lo que es el mundo fitness… ando un poco perdida (a la vista está, he descubierto el Pilates en el 2014). 
De cualquier manera, y aunque el mundo esté de vuelta y media con la modalidad, yo estoy tan fascinada con el nuevo (mi) descubrimiento, que me veo en la necesidad de compartir este hábito que tan bien encaja con mi objetivo de vida más sana. 
Pilates
¿Máquinas de tortura? No, lo último de lo último en maquinaria de Pilates.
Concretamente ocho han sido los puntos que me han convertido en amante de la disciplina tras un mes de entrenamiento. Estos: 
1. Compañeras de clase con tipazo: que no sé si será solo cosa de Way Pilates, el centro en el que me he iniciado, pero lo cierto es que lo primero que me llamó la atención fue el cuerpo tonificado de mis compañeras de clase. ¿Esto es lo que consigue el Pilates? Pues póngame cuarto y mitad, por favor. 
2. Mi profe: según escribo me entra la duda y es que no sé si a la persona que enseña Pilates se le llama profesor o entrenador o pilatero o cómo (lo pregunto esta tarde, que soy nueva). Pero como decía, mi profe, Rafa, es el Santo Jo de la paciencia y aunque normalmente a veces yo tengo un día patoso, él siempre está encima, con mucho aguante, para corregir y guiarme. ¿Ayudará el Pilates a la paciencia? Esto lo tengo que preguntar también. 
3. No se suda: es un deporte, que te pone buenorra (ver punto 1) y en el que ¡no se suda! No sé por qué no lo había descubierto antes, porque suena a hecho a medida para mí. 
Descubriendo el Pilates
4. Músculos internos: este ha sido otro gran descubrimiento, porque ni sabía que yo tenía de eso. Como me explicaron mi primer día en Way Pilates, todos los ejercicios van destinados a trabajar la parte interna de la musculatura para estilizar y conseguir el tipazo del punto 1. 
5. La postura: después de 14 horas al día sentada (malamente) delante del ordenador, cualquier ejercicio que me ayude a mejorar mi maltrecha postura es muy bienvenido. 
6. Estiliza y tonifica: vale, puede que todo esté en la mente, pero juro que yo he visto resultados en una semana. Desde Way Pilates me dicen que igual estoy flipando un poquito y que es rápido, pero quizá no tanto. Aseguran que se ve una mejora en 10 clases y una cambio significativo después de las 30 primeras. Me fío mucho de ellos en todo, pero en esto no sé si hacerles caso, porque yo con un mes ya soy lo más (así que cuando supere las 10 clases no va a haber quién me aguante). La verdad es que no sé qué va a ser de mí entonces y mi cuerpazo, igual me tengo que hacer egoblogger para enseñároslo. 
Descubriendo el Pilates
7. Una hora, ¿ya?: la hora de clase pasa volando. Repito que no sé cómo será en otros centros, pero yo me he estrenado con la modalidad máquinas y hay tantas y tantos ejercicios diferentes para hacer, que nunca me ha resultado repetitivo. Además, el entorno es tan agradable que no hace que diga “por favor, no” si no “bien, es lunes y hoy toca”. Muy entretenido, y lo digo yo que soy la maestra en el arte del “me aburro”. 
8. La fauna del gimansio: otra de las cosas buenas de Way Pilates es que al ser un centro dedicado íntegramente al Pilates, te ahorras el cruzarte con toda la fauna que habitualmente puebla cualquier gimnasio (sí, me refiero a al chulito subepesas, la tía buena que se contonea, la monitora motivada…). Aunque ya digo, que esto es en mi centro y es el único que he probado, en los demás me lo vais a tener que contar vosotros. 
Descubriendo el Pilates
PD. Y sí, tras el éxito del primer asalto, tengo que decir que ya he reservado mi clase para la vuelta de las vacaciones en septiembre. ¿Existe mejor propósito de operación post-verano que este? 
PD2. Estoy tan a tope con el deporte y la vida sana que yo qué sé… igual en el 2015 descubro los beneficios del running.

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