Burguesía


Gloria.
Sin lugar a dudas, burguesa. Posiblemente italiana mudada a Francia en ese paso trasalpino tan popular y que tan bien saben hacer las chicas chis, las señoritas bien y las señoras de industriales que aburridas de la vida de comprar Valentinos -de la vieja escuela de Monsieur Gavarani- deciden poner un poco de pasión en sus vidas que no sea del rojo del italiano y salir disparadas a Chanel, ahora a Colette y a lo megamoderno, y un poquito a por la Torre Eiffel, la buena vida, los amantes fáciles, la lencería a medida, los pañuelos de Hermés y el lujo.


En Francia conviven las generaciones burguesas unas con otras en su epítome del glamour, del chic francés y de lo extranjero porque Francia es bastante inglesa y París es una capital que si no es británica, es americana cuando poco. Por allí se pasea pensando en que las burguesas son muy decentes y muy recatadas y en que las aventuras, la fidelidad y la moral importan de cara al exterior sobre todo y más explícitamente, de forma única, inequívoca y unívoca.

La moral burguesa tiene el rostro de las apariencias, sin duda alguna. (No solo la burguesa, no crean). Y tiene un especial sabor a buen gusto especialmente mezclado con tierra batida del viejo Chanel, algo de corsé y mujer objeto de Dior, un poquito de purasangre de Vivier por ejemplo y maletería de Vuitton con bolso de Hermés, un Kelly a ser posible. Mucho más que un Birkin, dónde va a parar.


Realmente esto del Kelly y el pañuelo de Hermés tiene sentido. Grace Kelly, belleza fría y glacial extremadamente erótica por su factura fría, muda y regia encuentra su amplia puerta si no ya en la nobleza -Gracia de Mónaco- al menos en la burguesía que es la pariente rica de la sangre azul que ya está destiñendo en otro tono más…. púrpura por eso de la mezcla con el vulgo rojo y poco verde porque el dólar está en manos de otros.


La biografía no autorizada ¿? de Grace Kelly cuenta que a la Santa Virgen le gustaba acostarse con hombres casados en los intervalos de tiempo que sus amigas casadas no estaban en casa, que era egoísta, tímida y vulnerable y que tenía una belleza hermosa, natural y al mismo tiempo magnética por su lejanía y su distanciamiento que “a dios lo que es de dios y al César lo que es del César”.


A Gloria le ocurre igual. Tiene un cuerpo para el pecado, una tarjeta de crédito para el deseo y muchas buenas caras casi como tantas malas intenciones. Se adivina el calor en el hielo helado de la sangre azul del cisne glamouroso de Hollywood en Grace Kelly y se descubre la perturbación, la degradación moral de la delicada Gloria que no es una Belle de Jour de YSL sino una decadente y promiscua Eva o Pandora.

De encaje la noche y a oscuras las cosas parecen que no pasan.
Pero pasan.
!Ay qué si pasan!
Y luego el pecho lo revela, el corazón se desboca.


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