Casablanca

Hay películas que se resumen en un par de frases. Y, precisamente ahí radica su maestría. Un buen ejemplo de esto es Con faldas y a lo loco que culmina con ese inigualable “bueno, nadie es perfecto”. A Lo que el viento se llevó también le ocurre y se puede resumir en el “mañana será otro día” de Escarlata O´ Hara, invencible y sola ante el peligro. En Los caballeros las prefieren rubias, Marilyn Monroe dice “me encanta descubrir nuevos sitios donde ponerme los diamantes” y en Ciudadano Kane, Welles hace decir a su Kane-Hearst que, perdiendo un millón por año, se arruinará en sesenta años y que, no le importa porque cree que “dirigir un periódico es divertido” y la que fuera esposa de Orson Welles, Rita Hayworth hace decir a su Gilda  en 1946 que “si fuera un rancho, me llamarían Tierra de nadie”.
Sin embargo, probablemente la frase más mítica de la historia del cine sea de Casablanca y más hoy, 26 de noviembre de 2012, que la película cumple 70 años. Ese “siempre nos quedará París” y también ese “tócala otra vez, Sam” que aunque, nunca pronunciado, es tan de la película como el “Elemental, querido Watson” de Sherlock Holmes. Sin embargo, como Casablanca se inició como un panfleto político buscando el apoyo para los aliados en la II Guerra Mundial –Gilda se hizo exactamente igual pero con un éxito muy distinto-, se convirtió en un caos en el rodaje -Ingrid Bergman no paraba de preguntar de quién estaba enamorada, Bogart iba por las escenas subido en alzas para llegar al 1.80 de la nórdica y Sam no sabía tocar el piano…- y acabó considerada como una gran historia de amor y una de las obras cumbres del cine, yo prefiero otra frase. Es de un diálogo entre Rick e Ilsa que, en realidad, es lo que interesa de la película. Los alemanes, Casablanca, el café de Rick, los salvoconductos, el héroe de Lazlo y la Marsellesa no son más que decorado -un decorado muy bonito, cierto (a mí me emociona cuando tocan el himno francés), pero decorado al fin y al cabo-. 

Ilsa: La última vez que nos vimos…
Rick: Fue en La Belle Aurore.
Ilsa: Lo recuerdas… Fue el día en que los alemanes entraron en París.
Rick: Un día así no se olvida.
Ilsa: No.
Bogart : Recuerdo cada detalle. Los alemanes vestían de gris y tú de azul.


“Los alemanes vestían de gris y tú de azul”. El amor nos hace recordar lo importante, no el día en que los alemanes entraron en París sino que tú, tú, vestías de azul. Quizá Ingrid no supiese si quería al personaje de Bogart, pero Ilsa y Rick… esa es otra historia. 

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