Cuero

Lo reconozco. Estoy que me derrito con este look de Emmanuelle Alt. Me pasa de vez en cuando en las diferentes semanas de la moda del mundo. Hay alguien que me chifla. No es que yo sea fan de la estilista de Vogue París reconvertida en directora de la edición francesa de la Biblia de la moda pero es que sí, sí rotundo, sí de veras. 
Emmanuelle Alt bebió de los aires del trío de Tom FordTestinoCarine Roitfeld cuando el texano diseñaba para Gucci, para YSL y vendía perfumes y blusas depilando una “G” en el pubis de Carmen Kaas. Sin embargo, Alt, en los inicios de los 2000, dio una vuelta de tuerca a toda aquella hipersexualidad y lo hizo apostando -mucho, mucho antes que Carine- por Ghesquiére para Balenciaga. Lució todo lo que luego se pondría de moda en Balmain, firma de la que realmente ella es la responsable, y ha conseguido que la próxima exposición del MET, que va sobre el punk, haga que toda la moda de las tachuelas, los pitillos, el cuero, el tabaco en los sitios prohibidos, el grunge, Cobain, la primera colección de Marc Jacobs, las gorras de camionero o de poli de los Village People y las cadenas, chupas de los Ángeles del infierno, George Michael, Linda Evangelista y tal no se evapore de repente quedando tan en nada como en los difuntos 80s.
Y es que, realmente, Emmanuelle Alt es una gran estilista -sobre todo, en otros… aunque también en ella misma si bien su imagen es completamente intercambiable de un día a otro de un tiempo para acá-. Sus 80s más masculinos, sus mujeres no andróginas sino directamente con un punto arrabalero y marginal y su actitud frente al streetstyle del look casual producido y pulido hasta dejarlo limpio y sin ostentaciones son sus señas de identidad. No es una buena editora de revista y Vogue París, desde que lo dirige, no consigue hacerse con una línea identitaria propia que sí tenía bajo la bandera de Carine Roitfeld. Es verdad que no lleva tanto tiempo con el timón, también es verdad que a uno, en los negocios de altos vuelos, no le suelen dar grandes segundas oportunidades. Digamos, pues, que la Alt calienta banquillo para un giro radical en la revista. No bajo su mando, tras él. Por ahora, sigue el cuero y las tachuelas y la coca: Anna Wintour pretende así reflotar el fracaso del binomio Prada Schiaparelli en el MET. Y, de otra cosa no, pero de comercialidad, los americanos saben un rato largo.  Aún tenemos Alt hasta en la sopa. Aunque sólo hasta 2005/2007 molaba.

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