Dior HC FW09-10

La última colección Alta Costura de Dior, que fue presentada ayer en Paris, revisa de nuevo los clásicos de la casa y esas primeras colecciones con el traje bar como protagonista y las distintas siluetas. Nada nuevo (aparentemente). La presentación nada tuvo que ver con lo que Galliano nos tiene acostumbrados. Se cambió la grandiosidad de los escenarios habituales, para regresar a la sede de Avenue Montaigne, dónde todo toma un matiz mucho más íntimo y personal. Los trajes (aparentemente) sin terminar dejaban entrever las combinaciones y la exquisita ropa interior de las modelos.
La inspiración: el cabine de los años 50 y las modelos a medio vestir que paseaban por allí. O sea, el resultado de la suma de lo que hoy llamaríamos backstage, y una dosis extra de glamour y allure.
No es tampoco la primera vez que Galliano juega con la estructura escondida de los vestidos, pero aún así en el efecto final yo no puedo evitar ver algo muy diferente.
En mi humilde opinión, esta colección que se aleja de la teatralidad a la que nos tiene acostumbrados Galliano en costura, es tan genial o más. En todos los pases se respira un aire parisino, propio y único que me encanta. No es la Alta Costura de grandeza y esplendor absolutos, pero sí una costura reflexiva, esencial y única; los cortes son perfectos, cada pase lleva un trabajo infinito en bordados, encajes, aplicaciones y acabados artesanales, los sombreros de Stephen Jones son el complemento perfecto a estos conjuntos delicados. No digo que sea la mejor colección de Galliano. No hay drama, no hay maquillaje inverosímil ni zapatos imposibles; no deja que nos distraigamos con esas cosas. Hay costura, que digo hay ALTA COSTURA de la de toda la vida, así con todas sus letras.

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