El Show Debe Continuar

El show debe continuar. Incluso a la deriva. Incluso aunque el mundo se esté hundiendo. Incluso aunque este día sea el Apocalipsis… y quizás por eso. Aunque no sepamos cuándo será mañana. Ni siquiera si hay un mañana. Sidney Toledano, de Dior, ha dicho que saber cuándo habrá en Dior un nuevo director creativo, es como preguntar a “una muchacha, cuándo va a casarse”.  Bill Gaytten y Susana Venegas, su ayudante, pese a que no hay capitán en Dior, se han hecho con el timón de la firma. Aquel rollo de las petites mains, de los artesanos de la firma de Dior, de todo aquello… parece que, bueno, “rezad a Dios y plantad coles”.

A las 14.30 horas se presentaba la colección de Dior, la primera en la era post Galliano –más o menos porque sobre la anterior hay grandes incógnitas-. Aunque en Dior se llevan mal con todos los sucesores, aunque Galliano ha afirmado en su juicio no recordar “nada” y lamentar “profundamente” todo lo sucedido así como estar en “tratamiento”…. bueno… a veces los peones se rebelan. Minutos más tardes las críticas se sucedían. Demoledoras.

Ya no hay nada de “Yves Saint Laurent salva Francia” cuando se hizo con el timón de Dior, ya no hay aplausos para Marc Bohan que bebe, en medio de la contemporaneidad, con Carolina de Mónaco y tampoco queda nada de Gianfranco Ferré que emplumaba los paseos de las grandes damas. Ni que decir tiene que parece que -como siempre en Dior- Galliano y todos los otros sucesores, parece que no estuvieron. Pero sí que estuvvieron.

Lo curioso de todo esto es que la crítica en el mundo de la moda está completamente fuera de lugar. Anna Wintour lo sabe. Vogue lo sabe. Y todo el mundo sabe -¿verdad Armani?- que quien paga los anuncios tiene derecho a buenas críticas -aplausos- y a ver sus prendas en editoriales y en la revista. Y quien no paga anuncios, no tiene espacio. Por eso, esta devacle es sorprendente. La Wintour era muy fan de Galliano, ella le cuidó y le alimentó, le guió con mano próspera y le hizo triunfar, año tras año, pese a que el espíritu de John Galliano estaba lejos del Vogue Americano, Wintour le mecía entre sus páginas. Incluso cuando no estaba en sus grandes momentos. Pero eso da igual, Olivier Theyskens ha caído varias veces en desgracia y eso no ha supuesto que Vogue USA le retirase su apoyo. Y diseñadores malos salen en sus páginas continuamente.

Pero todo el mundo se ceba con Dior. La colección es mala. Pasa como con Sarah Burton pero ni siquiera es mediocridad. Es mala, a secas. Mala. Mala. Mala. Pero la de Valentino post Facchineti también lo era y no pasó nada y ese duo que diseña ahora sigue siendo malo pero eso no supone nada. A nadie le importa. Y el trabajo de Galliano reciente tampoco es para tirar cohetes. ¿Y qué? Aluvión de malas críticas y ojos soñadores hacia Galliano -bah, esto ya pasó con los otros, no se crean-.

Las malas críticas para Dior son un jarro de agua fría. 23 años estuvo con Galliano el responsable de la colección -que si capitanea Galliano y diseña para Dior y saluda, no es… timonel a ciencia cierta de la firma-. A lo que vamos. Se han inspirado en Marc Bohan, en una rosa moderna (guiño a Dior cuyas casa se edifica sobre las rosas) para el invierno 2011-12 y en lo aprendido de Galliano: la locura, los metros de tela, lo exaegrado, lo teatral, el maquillaje oriental, los 36 pases conquistando entre lo macabro y lo grotesco el Museo Rodin… pero los aplausos no llegan.
El mundo del circo. La vida es un carnaval. Y la colección de Dior no es un espectáculo. Me recuerda a esa historia por la que un elefante inmenso es sujeto por una pequeña cadena,  cuando el niño se sorprende, resulta que le explican que el elefante cuando es pequeño no puede escapar por mucho que lo intente y se resigna. Se resigna a ser libre. ¿ Por qué nos resignamos? Yo aún veo los futuso pétalos de rosa caer… hermosos.

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