INTOLERABLE

Ni lo entiendo, ni lo entenderé nunca.

Es más, ni si quiera lo respeto.

Me produce asco, con todas las letras, la tibieza y dejadez con la que la comunidad internacional han condenado –por decir algo- el asalto que las tropas israelís han realizado, en aguas internacionales, a una flota de barcos cargados con ayuda humanitaria.

De hecho, me produciría la misma repulsión aunque los barcos fuesen cargados con petardos, fíajte. ¿Y por qué? Pues porque estaban en aguas internacionales.

Pero es que encima no iban cargados con petardos. Iban cargados con ayuda humanitaria para socorrer a los ciudadanos que viven en la franja de Gaza.

No voy a entrar a dirimir la legalidad o ilegalidad del estado Israelí, ni mucho menos del Palestino, ni tampoco la legitimidad o no de determinados asedios. Pero lo que sí haré, con toda la contundencia que un blog permite, es gritar alto y claro que Gaza es territorio ocupado, que su terreno no se encontraba dentro del tratado que, al término de la II Guerra Mundial, creó el estado de Israel, y que lo que el actual gobierno israelí está haciendo, bloqueando la entrada de víveres y ayuda asistencial a esta zona, es literalmente un crimen. Sin paliativos y con todas las letras.

La comunidad internacional, ese ente abstracto y cuasi fantasmagórico, lo sabe. De cuando en vez, casi siempre cuando los muertos se cuentan por docenas, algún gerifalte sale a la palestra a pedir “un poquito de por favor”… y listo.

Vamos, que somos –porque sí, queridos míos, nosotros también somos comunidad internacional- implacables contra países como Irán, que en cuanto menciona la energía nuclear nos lanzamos como perros de presa, pero ponemos cara de póker cuando se trata de Israel… poderoso caballero es don dinero, decía el gran Quevedo.

En la flota asaltada murieron al menos nueve personas. Todas por disparos a bocajarro. Algunos, por la espalda. Pero no pasa nada.

Entre los tripulantes había varios españoles, y cuando sus voces se escucharon, clamando justicia por los muertos, el embajador israelí en España tuvo la desfachatez de decir que nueve muertos no eran tantos muertos… a fin de cuentas la carretera ya se había cobrado más en lo que va de año, así que este gran diplomático se pregunta a quién le importan nueve más. Pero no pasa nada.

Una Nóbel de la paz estaba a bordo cuando sucedieron los hechos. Se trata de Mairead Corringan Maguire, una norlirlandesa que logró que se tuviese en cuenta el deseo popular de hallar una salida no violenta al conflicto irlandés. Es un personaje público, respetado, y de reconocido prestigio pacifista, algo que hizo sospechar a los incautos como yo que, tal vez, sólo tal vez, alguna voz poderosa se alzase. Pero no pasó nada.

Israel se ha negado a que una comisión independiente de la ONU investigase el caso… y aquí sí que me he quedado a cuadros. Primero, porque no tenía ni idea de que alguien se pudiese negar a que se investigase un caso ocurrido –insisto, insisto- en aguas internacionales. Y segundo, porque veo la luz al final del túnel. Se Israel tiene miedo de la ONU igual es que sirve para algo y todo… a lo mejor no todo está perdido. Pero aún así, nadie, absolutamente nadie con cierto peso político ha bramado al escuchar la negativa del gobierno sefadí. Y no pasó nada. Nada de nada.

Los activistas que viajaban en la flota fueron deportados, tras ser obligados a firmar una declaración en la que aceptaban su deportación –o sea, admitían haber cometido actos delictivos-. Turquía, uno de los países afectados por el asunto, ya ha anunciado medidas. Por lo de pronto, ya han expulsado al embajador israelí del país (algo que nosotros no hemos hecho, pese a sus deplorables declaraciones), y piensan demandar al gobierno israelí.

No son los únicos que harán algo. Dos nuevas flota están en camino. Una, internacional y políglota, tratará de llevar a cabo la misma hazaña, pero esta vez a bordo van tantos periodistas que igual, sólo igual, el cuarto poder amedrenta a los que tienen el gatillo más rápido que las palabras. La otra la enviará Irán

Y yo espero, deseo, de verdad que anhelo con todas mis fuerzas que algún tribunal internacional condene a este gobierno por estos –y por otros muchos- actos vandálicos –es lo más suave que se me ocurre para calificarlos, de verdad-. Espero que les hagan pagar por cada una de sus tropelías, y por cada uno de los muertos que han dejado en el camino. Espero que esas familias que han perdido a sus hijos, padres, amigos, hermanos… sientan algún día que el odio se desvanece, porque la justicia lo mitiga.

Sé que es un post intenso, demasiado intenso… pero hay cosas que me parten el corazón y asolan mi cerebro.

Incomprensible es un calificativo posible.

Intolerable debería ser el correcto.

SUENA EN MI I-POD:La libertad”, un tema precioso y tan real que escuece, de Andrés Calamaro. Algún día conseguiremos ser mayoría… los libres, digo.

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