La América Profunda

Así comienzan las historias, y no sólo en Vogue China enero de 2012 con Lara Stone espiada por Lindbergh. Chica desesperada huye de su pasado por carretera, quizá incluso por la Ruta 66,  y se para en un bar a reflexionar. Antes ha contado el dinero que le ha dado tiempo a coger cuando escapó con la moto de él, claro. No mucho. Apenas lo suficiente para tomar un café. Y, desde luego, no lo bastante como para empezar el futuro dejando el pasado atrás. Y una se pone a pensar y, como siempre, aparece un nuevo “él”.
Uno de esos viejos vaqueros de la América Profunda que son un repicar de espuelas y un hacerse a sí mismo continuo. Manos callosas tazadas por la soga. Olor a hierba y a prado. El caballo bebiendo agua a un par de millas y cansancio surcando el rostro de quien ha trabajado de sol a sol y ha dormido bajo el manto de las estrellas, al raso, noche tras noche. ¿Y por qué no? No siempre somos lo que los otros esperan. Pero a veces da lo mismo.

Hay futuros que no tienen futuro y futuros que sólo tienen pasado. ¿Me equivoco, Rubia? No, ya sabía yo que no. Que se lo digan a Virginia Dare. Sin embargo, todos tenemos derecho a buscar la felicidad incluso aunque esté en un sitio tan extraño como el Dorado o envuelta entre alpaca y polvo.

¿Cómo son los tratos que cerramos en vida? Nunca lo sabemos. A veces nos encontramos fuera del tiempo y del espacio y, sin embargo, nos parece que todo está en su sitio. La paz interior es efímera por definición y a veces se esconde donde nunca podemos alcanzarla. Ya sea porque se interpone la muerte, ya sea por los años que no hemos vivido juntos, ya sea por la mala suerte o por la buena estrella…
 
Y, a veces, aunque nuestro destino sea bueno con nosotros, no hacemos sino enredarnos en un eterno laberinto en el que los demás siguen viniendo de frente. En nuestra busca. Y la peor desdicha es que cuando somos felices solo podemos pensar en que no lo somos, en que antes lo éramos más, en que parece que nunca lo seremos… 

 

 El problema del perdido es encontrarse.Y que le encuentren es el del fugado. Pero ¿tienen hogar las bestias salvajes? Sin duda. Son de donde se marcharon. Por eso se tienen que volver a ir para seguir siendo.

Adios querido, hasta otra. Hasta la siguiente mala racha. Ya volveré del siguiente. Porque siempre hay otro. Otra más. Y luego otro más.

Information About Article