La Boda

Que sí. Ellos molaban. Con su escote, su palema y todo el rollo de siervos del Imperio Británico y la Reian entre burbijas de champagne y vestidos auténticos de Yves Saint Laurent. Grace Kelly no era el icono de nadie y el LSD seguía siendo tan bueno como la suave maría. Todo actitud. Y ellos tan libres como para irse de fiesta a Studio 54 con un montón de gente guapa y desconocidos y nada de sectas posh con canapés y Príncipes pinchando música.  Y como colofón, un traje blanco de Halston y un caballo. Y la coca subiéndose a la cabeza en el último baile. Y en el primero.

Information About Article