Las joyas de la corona

Andy Warhol dijo una vez que no imaginaba nada tan glamuroso como reencarnarse en un anillo sobre el dedo de Liz Taylor, y probablemente sea cierto. La vida de la actriz estuvo bañada por la luz de las esmeraldas y el reflejo de los diamantes en sus ojos violetas. Pero nunca le pertenecieron, ella afirmaba que nadie podía ser dueño de tanta belleza, sólo era posible aspirar a ser sus guardianes. Por eso, tras la muerte de Elisabeth el pasado mes de marzo, su gran colección de joyas será subastada.
No se recuerda nada parecido desde la subasta de las joyas de Jacqueline en 1996. Una de las colecciones más importantes del mundo saldrá a la venta en una subasta en Nueva York, que durará varios días y que comenzará la semana que viene, el 13 de diciembre, en Christie’s.
Joyas, pero también cuadros (como el célebre retrato de la actriz firmado por Warhol), piezas de decoración y prendas de Dior, Halston, Valentino o Versace. Los vestidos que lució en sus dos bodas con Burton, el póster original de La gata sobre el tejado de zinc -la muerte de Mike Todd, su tercer marido y primer gran amor, durante el rodaje le arrancó una interpretación impecable en esta película- y sobre todo piezas llenas de pasión, emoción, romance e historia.
Por ejemplo el diamante Krupp, rebautizado como diamante Elisabeth Taylor, uno de los más grandes del mundo con 33 quilates, engarzado en un anillo de platino y regalo de Richard Burton en 1968, una de sus piezas preferidas.
María Tudor luciendo la piedra Peregrina, regalo de su esposo Felipe II, en un retrato de Anonio Moro. Elisabeth hizo que la engarzaran en una impresionante gargantilla de perlas y rubíes.
La legendaria perla Peregrina, irremediablemente ligada a la corona española pasando de mano en mano por los diferentes monarcas desde Felipe II y hasta que José Bonaparte se la llevó como “recuerdo” de sus días en Madrid. Una de las perlas más codiciadas del mundo, regalo también de Richard Burton a la actriz con motivo del día de San Valentín en 1969. Tres años después ella diseñaría junto a Cartier un impresionante collar de perlas y rubíes en el que colocar la Peregrina.
El conjunto de gargantilla y pendientes con impresionantes esmeraldas con que recogió el segundo Oscar por su papel en ¿Quién teme a Virginia Woolf? Con varias gemas que pertenecieron a la Duquesa Vladimir de Rusia, tía del Zar NIcolas II.
Mi preferido, el diamante Taj Mahal, una piedra de incalculable valor que aparece en el siglo XV en la india mongol. El diamante, lleva tallado el nombre de Nur Yahan, Luz del Mundo, la esposa favorita del emperador Jahangir. Tras la muerte de éste, pasó a manos de su hijo, el emperador Sha Jahan que hizo escribir sobre él en persa “el amor dura para siempre” y se lo regaló a su esposa, Mumtaz Mahal. Tras fallecer Mumtaz, dando a luz a su decimocuarto hijo, el diamante pasó a decorar la pared del famoso monumento que el emperador le dedicó, el Taj Mahal.
Todavía en el Taj Mahal puede verse el descomunal agujero donde se encontraba el diamante hasta que los colonizadores británicos decidieron darle un mejor destino.
De nuevo Richard Burton quedó cautivado por la historia de la piedra que adquirió en 1972 como regalo para Taylor por su 40 cumpleaños.
Y así hasta 269 piezas que, irremediablemente, nos hacen soñar y que en pocas semanas engalanarán otras manos, deslumbrarán a otros ojos, quizá sorprendan como regalo de Navidad a otras mujeres… y así, continuarán su historia.

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