Oriente

Oriente cae en Venezia como quien dice, con sus damas encapuchadas, sus chales de color negro, sus oh sole mio de los gondoleros y su farándula.


En Oriente, el lejano Oriente, las princesas son piratas y los corsarios, santos. Aunque, malditos…


Los truhanes son señores y los tiranos, se refugian en esas ginecocracia de sus harenes.


Esa cosa de que la política queda entre los muslos…


Y nadie puede decir nada porque una de las virtudes es la callada.


Princesas como Estagira y príncipes -si no dioses mortales- como Alex…


Cartas de amor, susurros, secretos de alcoba y esplendor.


Esplendor de lo brillante, de las personas que brillan como el oro, de lo magnífico, lo grande, lo divino y lo humano.


Y sombras, claro.

Pero siempre carne bajo la máscara y latido del corazón.

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