Sobriedad


No hay nada más sobrio que el gasto.
He dicho.
Los aristócratas pensaban que no había nada mejor en la vida que el dispendio. Llevaban razón. Pero luego también veían que lo nuevo era de nuevo rico y eso no era compatible con el rancio abolengo. Así que llevaban zapatos agujereados, daban los pantalones a los criados para que “pareciesen viejos” y no importaba demasiado qué o cuándo se llevaba y qué se hacía con ello o si se ensuciaba.
Esto es algo así como el que se pasa la vida queriendo tener dinero para comprar ropa nueva y cuando consigue tener dinero para comprar ropa nueva, se da cuenta de que lo verdaderamente importante es que parezca vieja…

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