Una Mujer

Se plantan en medio de la calle. Mirada altiva. Piernas de impresión. Rizos de oro. Esperando a alguien. A algo …. Lo que sea. Maravillosas. Pasan desapercibidas y, al mismo tiempo, recogen todas las miradas. En esa Italia fascinante de señoras viudas que hacen chocolate, de curas que se dan baños de espuma y de parroquianos bebiendo vino -empinando el codo aka- en la taberna desplazando la mirada al rabillo del ojo si aparece una chica guapa.

Y aunque no queda nada.
Lo queda todo.

Se huele el aroma. La pared encalada o pintada de colores. La ropa tendida que huele a jabón. La vieja amarga que tiende en una cuerda. Las flores frescas, medio muertas medio vivas, en un estado constante de las cosas para siempre. La silla desvencijada. La silla caída. Y ella… no está. Y está.

Information About Article