Haute Couture: Los orígenes (I)

Ahora que la semana de la Alta Costura de Paris está más que terminada y comentada hasta la saciedad conviene pararse a pensar y a reflexionar; yo os propongo hacerlo a través de una serie de post en los próximos días, en los que trataré de explicar y entender su significado, desde su historia hasta su razón de ser en la actualidad, ¿me acompañáis?

Para entender el espíritu de la Alta Costura debemos remontarnos a la época de María Antonieta. Sí, (ya os dije que no lo explicaba en un solo post) porque entonces las damas de la nobleza no necesitaban de la ayuda de un diseñador (todavía no existían) Ellas se encargaban de elegir telas, cintas y bordados con la ayuda de las marchantes de moda (como la encargada de satisfacer los caprichos de la reina, Rose Bertin) Llevaban toda la vida haciéndolo (tampoco se dedicaban mucho más) y sabían qué había que combinar con qué y para cada ocasión.

El problema viene después. La Revolución Francesa termina con todo el sistema y la burguesía se transforma en la nueva clase dominante. Empiezan a aparecer los primeros centros comerciales en Paris, ya no son las marchantes las que acuden a los palacios a ofrecer novedades. Aquí, las señoras burguesas se encuentran ante un inmenso muestrario de sedas, gasas y encajes que tienen que combinar para que las modistas les creen sus vestidos. No lo han hecho nunca, y no se les da especialmente bien…
Necesitaban a alguien que se encargara de diseñar para que ellas sólo tuvieran que comprar y lucir, necesitaban que se lo dieran hecho. El primero en captar esta necesidad es un dependiente (muy avispado) proveniente de Inglaterra: Charles F. Worth, al que podemos considerar el primer diseñador de la historia, pero su historia la dejamos para otro día…


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