El Medio Es El Mensaje


Seguimos con los detalles. Carla Bruni sigue empeñada en ser Jackie Kennedy, ya que total si Kennedy ganó en 1960 fue por su mujer, su físico, su encanto, su atractivo y el voto femenino frente a Nixon, pastoso, que vivía por y para la política y sin pizca de telegenia.

Hay algo terriblemente de pastiche en Bruni pero también tiene sus cosillas de francesita y demás, de morritos finos, de andares gráciles y ligeros y de gracia. Por ejemplo, el bolsito de Hermés.

Es una cosa mona. Graciosa que en el XVII se llamaba el rídiculo.

El corte de este vestido tiene algo de traje de recepción del XVIII. Algo de bombonera también. A estos trajes, la gente los llamaba -pardon- “pisamierdas” porque la gente llegaba a la embajada en carruaje y las señoras no se resistían (mis chicas siempre prácticas) a sacar una cola de ahínotemenees para ser las más distinguidas sobre la pista de baile.
A Bruni le vienen bien para jugar a las damas francesas, en negro como la flor que se quiere tapar pero que eclipsa a la buena de Kitty, la jovencita, vestidita de rosa en Anna Karenina de Tolstoi frente a la radiante Karenina de negro luto pero magnífica.
Pisaverdes…


Y, para acabar, los zapatitos.

Forrados en terciopelo noche como le gustaban a Christian Dior y con esa pizca de tacón de la que habla Aerin Lauder y que es un mal común entre los hombres bajitos (sobrados-acomplejados) de ego según el caso.
En la Edad Media, y en Roma, las mujeres llevaban zapatos de seda que se desgarraban a pocos pasos para no poder ir muy lejos de su centro vital, la casa y su señor. O la casa y el fuego del hogar según se mire. Los zapateros iban a las casas a reparar las suelas de papel que llevaban en muchos casos los zapatitos y los cuentos tradicionales ya hablan del zapatito que perdió Cenicienta que !oh! era de cristal.
Bruni dice, “no hablo y soy en silencio” pero “visto y existo”.
Qué demonios, el medio es el mensaje.

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