Prejuicios


Hay muchos prejuicios contra la ropa de Chloé. Que si beige, que si contemporáneas en chandal, que si siempre lo mismo. ¿Y qué? Al final estas mujeres, elegantes pero sofisticadas. Sofisticadas pero sin ser altivas. Superiores pero sin ser distantes. Magníficas sin dejar de ser un sueño. Y mágicas sin un epíteto de trágicas son las que nos gustan.

Son las chicas con las que sueñan The Sartorialist y Garance Doré y, por tanto, el resto del mundo. Femeninas pero no frágiles, a la moda sin ser fashion victims, encantadoras, simpáticas, jóvenes, intensas sin ser cargantes y sorprendentes. Vividoras sin ser balas perdidas. Sensibles. Francesasdeliciosas.

Las chicas de Chloé son despreocupadas, inconformistas, con un punto idealista y al mismo tiempo el punto justo de la represión. Incomprensibles niñas de papá entremezcladas con suspiritos de niña pequeña y carácter de femme fatal al margen de la legalidad. De esas que beben absenta y usan vestiditos lenceros y ligeros con florecillas bordadas.

Algo bravuconas puede. Pero también despampantes. ¿Perfectas? Demasiado. Lo que es un problema en cierta medida porque volvemos al principio, ¿beige, beige, beige? Cáfé con leche entremezclado con café de Colombia. Chocolate blanco y chocolate negro tan amargo por el cacao concentrado. ¿Dulce, amarga, incomprensible?


No sé qué piensan los psicoanalistas de quien se pasea por París envuelta en capas de mohair, en “chandal”, con tacones. Con collarcito de Chaumet y pashmina de a antiguos veinte francos y algo de suelto en el bolso para un helado, un café, unas chucherías…

Seguro que piensan que bajo ellas subyace la despersonalización de la clase pequeño burguesa. De la izquierda que lo es cuando vale la pena y la derecha cuando conviene. De los actos de fundación de las niñas bien y los cócteles de champagne y las tardes de Vogue, de Prada, de Missoni, de mercadillos, del Mercado de las Pulgas, de limusina, de taxi, de humo, de whisky, de soda, de Rock and roll…

¿Despersonalizadas? ¿Uniformadas? Las mujeres de Chloé son eternas señoritas. Sempieternas chicas melancólicas que enternecen el corazón con puestas de sol y medias sonrisas. ¿Hay algo de malo?

Quizás no dan salvajes punzadas interiores.

Pero, sed sinceros, ¿quién quiere vivir en una maldita montaña rusa?


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