Quince Años Tiene Mi Amor

Otoño invierno de 2000: el desfile que le lanzó a la fama.

Nicolás Ghesquiére deja Balenciaga, según fuentes oficiales, de mutuo acuerdo pues el diseñador se encuentra en una fase de “bloqueo”. Ghesquiére saltó a la fama en 2000 con una colección negra que se saltaba a la torera todo lo que uno esperaba de Balenciaga. Inició su andadura en la firma en 1997 y cerró su viaje por los archivos del español -a los que se tuvo que ganar el acceso- hoy, 5 de noviembre de 2012. Por ello, su última colección será la de primavera verano de 2013 en la que se nota cómo se ha afianzado el diseñador en el lenguaje del de Guetaria y que, en palabras de Ghesquiére, es su desfile “más sensual“. 
Invierno de 2005: la mejor colección de Ghesquiére.
Desde su entrada en la casa, Ghesquiére ha apostado por la multiculturalidad, por la tecnología, por cortar los tejidos a láser, por reivindicar prendas imposibles y acercar culturas. También es verdad que su trayectoria en la firma no ha estado siempre al mismo nivel. Ha tenido colecciones llenas de puro genio, de brío, de talento, no sólo con una estética potente sino con algo que decir, explorando temas, tejidos, texturas, tecnologías y conceptos que los demás no habían considerado ni importantes. Y también ha tenido otras repetitivas y sin mucho sentido: Maria Antonieta tecnófila dice que si los pobres no tienen pan que se compren Ipods y más de lo mismo en esa línea con la excusa de recuperar un tejido de Cristóbal Balenciaga del archivo, un sombrero o el concepto arquitectónico. Lo típico, vamos.
Otoño invierno de 2006: su segunda mejor colección. Hoy se ven peplums por ella.
Pinault vive momentos no muy dulces, como los que ha pasado Arnault en LVMH. Ghesquiére afirma estar descontento con la dirección de su “casa” y también que es una ruptura “de mutuo acuerdo”. Ya.  Después de que Hedi Slimane se le fuera de Dior Homme porque no le dejaban diseñar la línea femenina y de que haya conseguido que le nombren diseñador de cabecera de YSL pour femme -a ver cuánto dura la criatura, no mucho, ya verán… si la boutade esa de Saint Laurent Paris no ha durado ni unos meses- en PPR llega otra voz, en este caso, muy reputada -la de Ghesquiére- y pone en jaque al gallo del gallinero haciendo un Slimane. Ja.
Verano de 2006: otra maravilla.
Aparte de todos el ir y venir de PPR y LVMH, Ghesquiére es un nombre por sí mismo. Un creador con personalidad y con sentido propio en la casa Balenciaga que es, además, o bueno de Ghesquiére es que es un diseñador eminentemente urbano. Nunca presenta trajes de noche, eso se lo deja a Elie Saab y sus diseños para putas rusas, musulmanas con burka y estrellas de postureo en la Alfombra Roja y eso me gusta. No me gusta que se le vaya la olla, claro que no. Nunca he comprendido esas chorradas de las cejas verdes y azules, de las modelos que se visten con cosas que parecen sacadas de una lechuga ni nada de eso. Eso está mal. Sin embargo, Ghesquiére ha parido maravillosas colecciones de la primera década del siglo XXI. De las mejores colecciones que se han visto. Y es, sin duda, uno de los mejores diseñadores vivos. Y no sólo de prendas. Ghesquiére ha marcado hitos de la moda actual en los accesorios. Son un punto delicioso en todas sus colecciones: los zapatos. Zapatos bota, sandalias lego, leggings metálicos…Y sólo en quince años de trabajo. 
Invierno de 2007: y sigue.
En realidad, en menos de quince años de trabajo porque las claves de sus diseños ya estaban en sus primeras colecciones. Ghesquiére propone, a diferencia de Galliano y de McQueen, una mujer de hoy. El pantalón que tan desprestigiado está en el mundo de la alta moda -aunque es una tendencia renaciente gracias a la labor reivindicativa que Raf Simons está haciendo en Dior- siempre está en el glosario de Ghesquiére.
Verano de 2008: Balenciaga y la arquitectura.
 Y, además, es un diseñador sutil. Está infravalorada la delicadeza y la sutileza que son, en realidad, la verdadera elegancia. Las colecciones de Ghesquiére tienen un punto destroyer -pantalones militares, cortes de amazona, volúmenes imposibles, patchwork de materiales extraños, mujeres droides…- que hacen que pase desapercibido el espectáculo de su genio. Pero, colección tras colección, hay algo genial. Y algo más, hoy lo seguimos llevando. Y lo llevamos porque Ghesquiére lo hizo.
Invierno de 2001: las mujeres de hoy. 
Ghesquiére ha sido el responsable de que se pusieran de moda la lencería a la vista y con una propuesta mucho más interesante que la de Prada. También lo basto y lo vasto, lo que no está refinado: lanas gordas, gruesas, con los mechones sin cardar… y plumas, lo que algunos llaman hueveras. Poco chic o nada chic, al menos en principio. También pantalones militares en verde oliva y prendas plastificadas. Sin embargo, a todo esto Ghesquiére lo dio una vuelta de tuerca: los abrigos de plumón sacados de un supermercado se llevaban con vestidos de la gasa más fina, el neopreno de los trajes de bucear se llevaba con transparencias, las prendas militares con corsés de seda, las palestinas con blazers de las mejores escuelas privadas para niños bien ingleses, los chalecos que parecían sacados de un mercadillo callejero de la India con faldas de seda y sandalitas finas…

Invierno de 2002: la falta de nobleza.
Pero aún había más: lujo. Lujo de verdad. El zorro con un montón de trabillas militares para dejar claro quién manda aquí, las golas dieciochescas del Versalles absolutista borbónico con chaquetas de ante y camisetas con fauces de perro abiertas, faldas de terciopelo con flores que se derramaban sobre ellas y sombreritos hípicos deliciosos, mallas metálicas de oro que llevaban miles de horas de trabajo, vestidos de chifón y de gasa que flotaban al paso de las modelos y que se derramaban y plegaban en torno a sus pechos, sus caderas y sus hombros. 
Invierno de 2003: la ley de la calle.
Después de 2007 y hasta la colección de verano de 2013 -salvo un par de excepciones en el invierno de 2008 y en el invierno de 2009- Ghesquiére entró en una fase de abulia y de droides que repetían lo mismo una y otra vez: el 2.0, los robots, los zapatronchos, la vida sana… pero sus tendencias han sido trabajadas luego por diseñadores posteriores como Prada -lencería a la vista, tejidos vastos- o Ricardo Tiscci en Givenchy -neopreno, encaje, lencería a la vista y perros rabiosos en las camisetas- porque hay algo en las colecciones de Ghesquiére para Balenciaga que es la innovación.
Verano de 2002: la multiculturalidad y las etnias guerreras.
Lo nuevo como concepto luego se ha desarrollado con éxitos y con fracasos. Pero qué éxitos. Es un gusto revisar el archivo personal de colecciones dejadas por Ghesquiére para Balenciaga. Hay tanto aprovechable, tanto que se ve hoy en las tiendas de Zara. Tanto… Por poner un par de ejemplos: el neopreno y las camisetas con estampados brutales -águilas coronadas, perros con las fauces abiertas…- en las más altas firmas de moda. Pero además de todo esto hay que añadir la mezcla indiscriminada de estampados y tejidos y la investigación en estos dos campos. 


Verano de 2003: lo que hizo Ricardo Tiscci después.
Porque Ghesquiére, que aprendió en los talleres de Jean Paul Gaultier -y eso se nota en su afición a la corsetería, a la ropa interior a la vista y al romper moldes con sus diseños y con el material del que los confecciona- ha aprendido mucho en Balenciaga (a combinar lo español y lo austero con lo absolutamente nuevo y rugiente, a sorprender yendo de un polo al otro cada temporada pero siempre en el mismo recorrido…) y ha dejado mucho a todos los aficionados a la moda y a todos los que no lo son -pero que llevan los productos de su mente-. Ahora que Galliano, Theyskens, Lacroix, Mugler, Alaia, Montana, Mizrahi, Cristina Ortiz, Alessandra Fachinetti y etcétera y etcétera ya no tienen casa en la que diseñar, que Valentino se ha retirado de motu propio y que McQueen se ha suicidado e YSL muerto, tras su retirada voluntaria, esperemos que Ghesquiére no se quede en el limbo de los diseñadores. Que tiene algo que decir está claro.


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