Compatibilidad

A. -Pero ¿por qué evitas a ese gran hombre?
B.- ¡Porque no querría juzgarle injustamente! Nuestros defectos
no armonizan: yo soy miope y desconfiado, y él lleva indistintamente
diamantes falsos y diamantes verdaderos.

Nieztsche

Qué díficil tema el de la compatibilidad. El de con quién sí y con quién no conectamos o el de con quién o cuándo vibramos. Qué díficil es comprender el mecanismo del alma, el lento sigilo por el que se conquista un corazón, el desbocado latir del corazón sin freno, sin caja de revoluciones y sin velocidades, el inconcebible ardor fruto de la casualidad, del destino, del ahora, del ya mismo, del presente, de nosotros, del misterio, de lo desconocido, de la grandeza, de la magia que nos sobrecoge y nos hiela el corazón y los pliegues más secretos de nuestra recóndita intimidad.
Y más cuando jugamos por el aspecto en un juego en el que no compartimos reglas ni motivaciones. Decimos tanto que asusta lo que se puede saber, lo que podemos sugerir, lo que no sabemos que decimos. Hay hábitos que deben cambiar pero… ¿cómo? y, aún mejor, a ¿qué?.


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