Cuando La Década Adolece De Genialidad

Es grave cuando la época adolece de genialidad aunque, como todo, ya ha pasado. De repente se concentran en el tiempo una manada de genios, criaturas que se sienten superiores -se saben superiores- y, lo son.

El verdadero problema llega cuando en una década en la que no hay genios se saben superiores los candorosos mediocres que han sido elevados por los otros mediocres que confían en ser llamados alguna vez genios.

Yves Saint Laurent necesitaba pizarras para dibujar su frenética actividad pues, hacía tal presión por la necesidad de plasmar sus diseños que rasgaba el papel. Chanel cosía, levantaba, fumaba y eliminaba de sus vestidos mientras contemplaba como los episodios de su vida se convertían en las banderas de la década. Balenciaga escuchaba, susurraba, plegaba las telas hasta oirlas crujir y escogía cual de ellas lucirían sus marquesas de buena estirpe o de no tan buena estirpe. Balmain vivía los colores hasta explotarlos en sus vestidos o Mugler entallaba sus femmes fatales en faldas tubo y corsés metálicos y brillantes.

Ahora, Alexander Wang se inspira en la ropa que la gente donaba al Ejército de Salvación. Decarnin viste a sus modelos de domadores de circo glamurosos, una mezcla entre Michael Jackson y Alicia en el País de las Maravillas. Y, un montón de niñas bien, semi-bien o mal juegan a ser malas muy malas con sus líneas de ropa.

Ay mis genios…

Ahora los logos se deshacen, será el tiempo, será la vida, será el capitalismo…

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