El Paso Del Tiempo

Eso que también se conoce como decadencia.
Como era o etapa, o incluso -si se apura un poco- como vida.
No puedo parar de pensar en verano en el curso de los tiempos, presuntuosa expresión donde las haya verbigracia de lo que quiero comentar. El número de prendas.
Increíble, hace cincuenta años el número de prendas que llevaba una mujer encima se multiplicaba por dos y, especialmente en verano, se solía llevar siempre un chaqueta o una foularina por ese “frío” -sigh- veraniego. El zapato cerrado, nada de sandalia de pecadora y pelo suelto de pecadora, obligaba a llevar medias y las más chics, liguero. Que si las bien vestidas llevan combinación que si viso que si demás y no olvidemos el pañuelito al cuello, el bolso para las criaturas y lo que cayese.
Hace cien años se multiplicaba por tres o por cuatro. Valga el ejemplo ese del ir a la playa recatadamente y el inicio del turisteo, la afición desmedida de los americanos por Europa y el todoParis en Biarritz, Montecarlo y luego Cannes y !ay! Mónaco. Eso de Oscar Wilde sobre que los americanos buenos van a París y los malos, a América en vistas de la fascinación americana por Europa, la vieja y ruinosa Europa. Por cierto, eso en la época se veía en ilustraciones en las que un viejo noble inglés preguntaba a las jodidamente ricas americanas si habían visto Roma, madre e hija se quedaban en un tris de no saber y al final la hija con determinación decía !Mamá, fue allí donde compramos las medias!. Y luego dicen de la tontería y las fashion victims….
Si seguimos indagando en la historia de la moda, en la antropología sólo tenemos que dar un pequeño salto al Barroco cumbre con Maria Antonieta para precipitarnos a multiplicar por seis y por siete el número de prendas que se llevaban, por ocho en volumen, por diez en altura y con una maravilla a tus pies. Maria Antonieta tenía una sirvienta sólo para cuidar sus delicadas zapatillas que no eran como las de las matronas romanas con suela de papel pero casi… para no dar más de diez pasos a riesgo de quebrar -certeza- la suela.
Por supuesto, como en todo, seguir hacia más atrás nos vuelve a reconectar con el ahora.
La práctica semidesnudez o la desnudez que ya no es ni la hoja de parra…
Y qué bonito es el verano y… cuánto o qué poco hemos cambiado.
Sobre todo, las bellas hijas de Eva.

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