Esmeraldas

 Me chiflan las esmeraldas. En general, todo lo que brilla. No me importan mucho las piedras en sí, pero siento auténtica debilidad por las esmeraldas. Tienen ese magnetismo inmaterial y fabuloso. Cualquier piedra produce a una mujer cuando se la pone, alegría. Un subidón. Es como un orgasmo caro. Entrar en Cartier, que saquen las joyas de los fajos de terciopelo y te dejen un espejo en el que verte con las piedras puestas. No sé porqué. Sobre las novias dicen que no deben llevar perlas porque recuerdan a lágrimas. Pero, el resto de las joyas están completamente permitidas. A mí me encantan las perlas, los diamantes me parecen una joya fría que es realmente mucho más inadecuada para algo que tiene que ver quizá con el amor y la pasión y que yo imagino, sí, rojo. Sin embargo, las esmeraldas son realmente mi debilidad. Yo también pienso, como Warhol, que es muy glamouroso reencarnarse en anillo -de esmeraldas- de Liz Taylor. Y, para muestra, un botón.


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