Fertilidad

Las colecciones de Prada tienen algo de vicioso, de sexualidad reprimida. Miu-Miuccia Prada se hizo célebre con una bolsa de nylon negro con el logo de la firma en los noventa. Y, luego alcanzó dimensiones de éxito casi astronónicas con su look de bibliotecaria-secretaria-rata de biblioteca sedentaria que tanto juego dio en aquella época. Las chicas se ponían faldas estampadas en papel de pared y caminaban por la calle semi somnolientas pero poderosas ¿no?. Ella decía que diseñaba para mujeres “femeninas pero fuertes”. Nada de debilidad en Prada.

Normalmente las colecciones de Prada tratan sobre la sexualidad. No lo hacen como las de Valentino que eran todo pasión, sangre, toros, España, Italia y clase alta ni como las de Versace que eran todo escotes, piernas, rajas en las faldas, melenas lujosas y valkirias imperiosas sedientas de sangre y sexo a partes iguales. Lo hacen con ese aire propio de Prada. Extraño, ajeno, lejano, pasado y actual al mismo tiempo. Tópico típico pero tópico y verdadero.

La penúltima colección de Prada –porque en el mundo de la moda todo es lo penúltimo– hablaba del comunismo, el ostracismo y la fuerza entre primitiva y conceptual de la moda. Quizás solamente hablase de chicas con cara seria, botas de agua, vestidos de cuero y tachuelas y mal peinadas pero aquí, el que no corre vuela y, Prada que es también intelectual –¿como yo?- nos hizo creer que bajo toda aquella prosa había un hermoso poema. Que tras el patito feo había un glorioso cisne.

Al fin y al cabo, Prada propone lo que proponga y siempre sale bien. Las editoras de moda están convencidas de que Prada es algo tan grande, tan magnífico y maravilloso que, si ellas no lo entienden es porque están equivocadas o su mente –que tampoco es muy amplia de miras, todo sea dicho- no comprende la genialidad voluptuosa o reprimida de Miu-Miuccia Prada comu-capital-ista.

Por eso, Prada es una apuesta segura. Ni compra las mismas telas que los demás, ni presenta lo mismo que los demás ni tiene una coherencia que une todas las prendas por debajo. Pero es algo que, realmente no importa. Uno de los objetivos de Prada fue siempre hacr ropa para mujeres fuertes. Fuertes. Realmente fuertes y triunfadoras.

Lo que Miuccia Prada quería decir era que si Valentino lo compraban las respetadas señoras de, Armani las ejecutivas en ciernes y las sofisticadas italianas hijas de o con filiación paterno-filial y Versace lo compraban las putas y las queridas, que, el espectro de campo que eran mujeres de verdad. ¿De verdad?. Con preocupaciones, ganas de triunfar e inteligencia tenían que tener otra salida. Exacto. Carretera unidireccional con vistas a Prada en Milán.

Lo curioso es que bajo esa mano de acero, ese guante de seda y esa mirada de hielo; siempre veo sexo en las colecciones de Prada. Y, por eso, he visto a Carine Roifeld como una figurita casi primitiva. La veo, tan seria, queriendo parecer distante, fria, magnífica y poderosa sobre sus botas con doce centímetros de tacón y metiendo estómago para demostrar que la dieta desintoxicante pepino-agua-galleto/24/7 ha funcionado que me fijo en lo ridículo de su pretensión.

Carine quiere ser sexy y se enfunda en un abrigo que grita problemas. Quiere ser sofisticada y se refugia en una colección que habla de lo bárbaro. Y quiere ser joven y se pasea con esa marca que un día soñaron las secretarias talluditas en los cincuenta y que robaban ironías a sus compañeros al verlas pasar solteronas para siempre.

Y, aún así, me fijo en esas caderas prominentes que el abrigo le saca. En la cintura arremetida. En el escote abierto y pienso… fertilidad. !Cuántos cánones se te han rebelado, cuántas futuras madres se han quedado por el camino en la sociedad de la anorexia y la bulimia y la infertilidad!. Y, luego no sé si reír o llorar- Nos matamos por adelgazar y nos deslomamos por pagar un abrigo que habla de un cuerpo primitivo en un mundo primitivo.

¿Nos lo merecemos o sólo somos idiotas?


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