¿LO TIENES?

La revista Elle de este mes presenta un pequeño reportaje sobre las nuevas trend-setters, una profesión (porque es una profesión, ¿no?… si no, ¿de qué viven estas mujeres?) que cada día se renueva y que aglutina a una serie de féminas de lo más variado.


Y yo, después de leer tanto sobre el chic, el charm, el estilo, el glamour y el buen gusto, me he preguntado a mi misma… ¿Una nace trend-setter? ¿O es posible convertirse en una de ellas a base de constancia?

Ser una gurú de la moda no me parece una tarea fácil, porque, sí, es cierto, a todas nos gusta experimentar con los trapitos, salir monas por la mañana y lucir Balmain y Gucci a cascoporro… pero… ¿qué pasaría si yo me planto para venir a trabajar, por ejemplo, un modelito como los que SJP lucía en SATC? Pues que me parecería más a un espantapájaros, o a la señora loca que se pasea por mi barrio, que a una joven y triunfadora trend-setter. Y eso, queridos, se debe a que no tengo estilo. Al menos, no tanto como para lucir según qué cosas.

A mi el estilo me ha parecido siempre algo innato, que, además, envidio sobremanera. Hay gente capaz de salir a la calle echa un adefesio –objetivamente hablando- y resultarnos encantadoramente desaliñada. Y eso, amigos, es verdadero estilo.

Estilo tienen algunas de las nuevas it-girls de la moda que Elle presente, como Cloe Sevigny, que me parece una mujer estilosa a la par que intrigante. O como Sophia Coppola, que a pesar de resultar algo sosa está más cerca de parecer encantadora que siesa. No tanto Alexa Chung, que sí, me gusta, pero la veo aún sin pulir, como demasiado joven, demasiado ecléctica, demasiado arriesgada…

Lo que me lleva la segunda pregunta. ¿Se pule el estilo con los años? ¿O nos convertimos, al llegar a determinada edad, en simples sombras de lo que fuimos?

La juventud tiene su aquel en el terreno de la moda, eso está claro. La frescura de una piel de 20 años no la tiene una mujer de 60, ni aún usando Le Praire a litros. Además, la moda es improvisación, diversión, originalidad y ruptura… por lo que, a priori, la juventud, tan dada a la experimentación, sale ganando en este terreno.

De hecho, la mitad de las diosas de la moda y el estilo que Elle retrata a penas sobrepasan la veintena. Jóvenes lozanas en plena post-pubertad. Y sin embargo… sin embargo, ¿no os da la sensación de que todas ellas aparentan ser mayores de lo que en realidad son? ¿No es el estilo que lucen, tan aclamado, más propio de una treintañera?

La mayoría de las jóvenes promesas en esto de “sentenciar moda” aseguran –y demuestran- que no es necesario vestir de Armani de los pies a la cabeza para resultar elegante y chic. Un poco de Zara, un poco de mercadillo, un poco de grandes marcas… el batiburrillo, agitado con arte y saber hacer, puede resultar mucho más efectivo a efectos “chic” que un total look de un gran diseñador llevado sin alma.

¿Pero quién les enseña a estas mujeres a mezclar mercadillo y boutique exclusiva con tanto arte? ¿Es una capacidad innata? ¿Es intuición?

Yo sostengo que, a mayores del estilo, que es innato, inherente a uno mismo y muy difícil de interiorizar, existe otra cosa, algo que no sé cómo calificar, que podríamos llamar “pulimiento”. A base de ver revistas de moda, de fijarte por la calle, de ver desfiles y de otear escaparates… ¿no podríamos aprender algo, aunque sólo sea un poquito?.

Ayer por la tarde, mientras ojeaba la revista con P. y A. en una terraza –yo la ojeaba, ellos charlaban de sus cosas que no tenían, por supuesto, nada que ver con tacones, bolsos y escotes… bueno, igual que escotes sí, jajaja-, decidí levantar la vista de mi lectura para mirar alrededor, buscando el estilo…

…y lo encontré. Encontré gente verdaderamente estilosa, alguna, sentada en la misma terraza que yo. Mujeres –y hombres!!!- que habían logrado un look epatante sin resultar estridente.

Vi sombreros panamá, vi pañuelos estampados, vi sandalias maravillosas, vi camisas de corte recto, vi minivestidos de verano mezclados con botines de piel blandita, y cortes de pelo maravillosos…

… pero de entre todas esas personas con estilo, una, que más que tener estilo, era estilosa, llamó mi atención. Era una chica muy parecida a mi, de formas redondas, espalda ancha, cabello oscuro en media melena y no muy alta. Llevaba una camiseta de algodón blanco, con un corte muy original, pero sencillísima, y unos vaqueros oscuros y ajustados. Calzaba unas sandalias preciosas, con plataforma de madera y apliques de piedras, y llevaba muchos brazaletes en uno de los brazos, y un bolso bandolera de piel. Estaba estupenda. Desprendía algo, no sé qué… me encantaba. Fresca, atractiva… no sé cómo explicarlo.

Llegué a casa y me dije a mi misma “tía, tú tienes camiseta blanca, y sandalias de plataforma de madera, y jeans skinny y bolsos de piel… pues ale, a probar”… y probé… y aunque el resultado no era del tomo malo, tampoco era precisamente lo que buscaba.

¿Será cuestión de estilo?… ¿o de ausencia del mismo? A lo mejor lo que pasa es que no he encontrado todavía mi estilo, algo que reconozco me obsesiona desde hace tiempo, porque estoy convencida de que no soy capaz de retener un estilo… creo que a causa de mi inconstancia crónica, que me obliga a ser infiel hasta a los clásicos de mi armario. Así que paso de vestir de auténtica lady a ir de tirada absoluta en menos de lo que tardo en abrir el armario.

Y he aquí el quid de la cuestión, porque detectar el estilo es algo sencillo, basta con mirar alrededor, pero, ¿cómo definirlo? ¿Cómo explicar qué es lo que convierte un modelo bonito en un modelo epatante?

Después del pormenorizado estudio de campo realizado, y de observar a las nuevas gurús de la moda, mi veredicto es el siguiente: lo que convierte un conjunto precioso en un montón de miradas volviéndose a tu paso es una mezcla de estilo innato y de actitud, que, a fin de cuentas, potencia el primero.

Sentirte bien con lo que llevas puesto, verte única, y adecuar el modelo a la ocasión contribuyen mucho a aportar una imagen de solidez estética que no deja de ser exactamente lo que buscamos: ser únicas dentro del montón de caras y cuerpos que pasean junto a nosotros.

Moraleja: el estilo nace, pero puede fingirse con cierta solvencia a base de práctica… ¿Y vosot@s? ¿Lo tenéis?


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